«En cuestión de 33 horas se produjeron tres accidentes diferentes en la planta de Dupont en Belle (Virginia Occidental), reconocida hasta entonces como líder en innovación y seguridad.
La serie comenzó el 22 de enero de 2010, cuando el sonido de una alarma llevó a los operarios a descubrir que en los últimos cinco días se habían vertido a la atmósfera de forma inadvertida 907 kilos de cloruro de metilo, un gas tóxico y extremadamente inflamable. A la mañana siguiente, los trabajadores descubrieron una fuga en una tubería destinada al transporte de óleum, que produjo una nube vaporizada de trióxido de azufre. Ese mismo día hubo una fuga de fosgeno, y los trabajadores expuestos murieron la noche siguiente en un hospital de Charleston.
La fuga de fosgeno siguió a otros dos accidentes producidos en la misma planta durante esa semana, incluida la liberación continua de clorometano de la unidad F3455 de la planta, que permaneció sin detectar varios días, y la fuga de una unidad de ácido sulfúrico agotado.
El CSB concluyó que estos accidentes se debieron a numerosas deficiencias de seguridad, incluida la ausencia de un diseño adecuado de los equipos de seguridad, la ineficacia de los programas de integridad mecánica y las investigaciones incompletas de los anteriores conatos de accidente».